Carta de un hijo a todos los padres
Ø No me des todo lo que
pido, a veces, sólo pido para ver hasta cuánto puedo coger. Ø No me grites. Te respeto
menos cuando lo haces, y me enseñas a gritar a mí también. Y no quiero
hacerlo. Ø No me des siempre órdenes,
si en vez de órdenes, a veces me pidieras las cosas, lo haría más rápido y
con más gusto. Ø Cumple las promesas,
buenas o malas. Si me prometes un premio, dámelo; pero también si es un
castigo. Ø No me compares con nadie,
especialmente con mi hermano o mi hermana. Si me haces sentirme mejor que los
demás, alguien va a sufrir; y si me haces sentirme peor que los demás, seré
yo quien sufra. Ø No cambies de opinión tan
a menudo sobre lo que debo hacer, decide y mantén esa decisión. Ø Déjame valerme por mi
mismo. Si haces todo por mi, yo nunca podré aprender. Ø No digas mentiras delante
de mi, ni me digas que las digas por ti, aunque sea para sacarme de un apuro.
Me haces sentirme mal y perder la fe en lo que me dices. Ø Cuando hago algo malo, no
me exijas te diga por qué lo hice. A veces ni yo mismo lo sé. Ø Cuando estás equivocado en
algo, admítelo y crecerá la opinión que yo tengo de ti, y así me enseñaras a
admitir mis equivocaciones también. Ø Trátame con la misma
amabilidad y cordialidad con la que tratas a tus amigos. Porque seamos
familia no quiere decir que no podamos ser amigos también. Ø No me digas que haga una
cosa y tú no la haces. Yo aprenderé siempre lo que tú hagas, aunque no lo
digas. Pero no haré nunca lo que tú digas que no hagas. Ø Cuando te cuente un
problema mío, no me digas “no tengo tiempo para bobadas”, o “eso no tiene
importancia”. Trata de ayudarme y comprenderme. Ø Y quiéreme. Y dímelo. A mí
me gusta oírtelo decir, aunque tú no creas necesario decírmelo. Anónimo (SAM Diciembre-2004) |